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Ryunosuke Akutagawa

Rashômon

  • Eliana Sotomayorцитирапреди 4 години
    el sirviente de un samurai esperaba que cesara la lluvia
  • LupIsisцитирапреди 4 години
    De pronto quitó la mano del grano, avanzó hacia ella y tomándola por el cuello le dijo con rudeza:
    - Y bien, no me guardarás rencor si te robo, ¿verdad? Si no lo hago, también yo me moriré de hambre
  • LupIsisцитирапреди 4 години
    negros, acostumbraba vender carne de víbora desecada en la Barraca de los Guardianes, haciéndola pasar nada menos que por pescado. Los guardianes decían que no conocían pescado más delicioso. No digo que eso estuviese mal pues de otro modo se hubiera muerto de hambre.
  • LupIsisцитирапреди 4 години
    Ante una respuesta tan simple y mediocre el sirviente se sintió defraudado. La decepción hizo que el odio y la repugnancia le invadieran nuevamente, pero ahora acompañados por un frío desprecio
  • LupIsisцитирапреди 4 години
    pecado imperdonable. Naturalmente, este nuevo espectáculo le había hecho olvidar que sólo momentos antes él mismo había pensado hacerse ladrón.
    Reunió todas sus fuerzas en las piernas, y saltó con agilidad desde su escondite; con la mano en su katana, en una zancada se plantó ante la vieja. Volvióse ésta aterrada, y al ver al hombre, retrocedió bruscamente, tambaleándose.
    -¡ Adónde vas, vieja infeliz!gritó cerrándole el paso, mientras ella intentaba huir pisoteando los cadáveres.
    La suerte estaba echada. Tras un breve forcejeo el hombre tomó a la vieja por el brazo (de puro hueso y piel, más bien parecía una pata de gallina), y retorciéndoselo, la arrojó al suelo con violencia:
    - ¿Qué estabas haciendo? Contesta, vieja; si no, hablará esto por mí.
    Diciendo esto, el sirviente la soltó, desenvainó su katanay puso el brillante metal frente a los ojos de la vieja. Pero ésta guardaba un silencio malicioso, como si fuera muda. Un temblor histérico agitaba sus manos y respiraba con dificultad, con los ojos desorbitadas. Al verla así, el sirviente comprendió que la vieja estaba a su merced. Y al tener conciencia de que una vida estaba librada al azar de su voluntad, todo el odio que había acumulado se desvaneció, para dar lugar a un sentimiento de satisfacción y de orgullo; la satisfacción y el orgullo que se sienten al realizar una acción y obtener la merecida recompensa.
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    A medida que el cabello se iba desprendiendo, cedía gradualmente el miedo del sirviente; pero al mismo tiempo se apoderaba de él un incontenible odio hacia esa vieja. Ese odio- pronto lo comprobó- no iba dirigido sólo contra la vieja, sino contra todo lo que simbolizase “el mal”, por el que ahora sentía vivísima repugnancia. Si en ese instante le hubiera sido dado elegir entre morir de hambre o convertirse en ladró- nel problema que él mismo se habla planteado hacía unos instantesno habría vacilado en elegir la muerte. El odio y la repugnancia ardían en él tan vivamente como la tea que la vieja había clavado en el piso.
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    Al verlos entregados a ese silencio eterno, el sirviente dudó que hubiesen vivido alguna vez.
  • LupIsisцитирапреди 4 години
    Aparentemente estaba dispuesto a emplear cualquier medio; pero al decir "si no... "demostró no tener el valor suficiente para confesarse rotundamente: "no me queda otro remedio que convertirme en ladrón".
  • LupIsisцитирапреди 4 години
    El suyo era uno de los tantos problemas surgidos del precipitado derrumbe de la prosperidad de Kyoto.
  • LupIsisцитирапреди 4 години
    Ante semejante situación, resultaba natural que nadie se ocupara de restaurar Rashômon. Aprovechando la devastación del edificio, los zorros y otros animales instalaron sus madrigueras entre las ruinas; por su parte ladrones y malhechores no lo desdeñaron como refugio, hasta que finalmente se lo vio convertido en depósito de cadáveres anónimos. Nadie se acercaba por los alrededores al anochecer, más que nada por su aspecto sombrío y desolado.
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