El autor es probablemente el más conocido y admirado del Japón del siglo XX. En este libro se recoge sus mejor cuento, cargado de la magia de Oriente y cerca de la mejor tradición literaria occidental.
el sirviente de un samurai esperaba que cesara la lluvia
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De pronto quitó la mano del grano, avanzó hacia ella y tomándola por el cuello le dijo con rudeza: - Y bien, no me guardarás rencor si te robo, ¿verdad? Si no lo hago, también yo me moriré de hambre
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negros, acostumbraba vender carne de víbora desecada en la Barraca de los Guardianes, haciéndola pasar nada menos que por pescado. Los guardianes decían que no conocían pescado más delicioso. No digo que eso estuviese mal pues de otro modo se hubiera muerto de hambre.