Recordé mi artículo y supuse que por esa razón Aegan había publicado las respuestas a la entrevista. Busqué en mi móvil el perfil de Instagram del periódico para curiosear qué había comentado la gente a lo que yo había escrito. En cuanto entré, no había tal publicación.
¡El imbécil había borrado mi artículo!
—Jude, a esto me refería cuando te dije que las cosas podían ponerse peor —dijo Artie al entender que yo no pronunciaría palabra—. ¿Por qué no me haces caso y te alejas de ellos?
De nuevo con el «aléjate», que para mí significaba «huir» y para Aegan significaba «derrotar». Era sensato, sí, pero ¡yo no quería que los Cash creyeran que me intimidaban! Solo serviría para aumentar el ridículo poder de Aegan sobre Tagus.
—¿Crees que esto me asusta, Artie? —le solté absurdamente sin poder evitarlo.
—Debería al menos preocuparte —argumentó ella.
—Los niños con hambre son un tema preocupante —dije—, no que Aegan Cash ande pensando que yo intento dañar su imagen. Eso es una tontería de niño malcriado con demasiado tiempo libre.
Artie pestañeó.
—¿Y entonces qué? —Alzó las cejas al caer en la cuenta de que yo podía hacer otra temeridad—: ¿No me digas que vas a responderle? Jude...
Le dediqué una sonrisa pequeña, de esas que no revelaban nada. Artie sabía algo. No lo olvidaba. Quizá podría llegar a averiguarlo.
—No, no lo haré —le contesté.
Una expresión de alivio se dibujó en su cara.
—Es lo más sensato —aseguró ella, un poco optimista.
Hice como que me acordaba de algo.
—Pero el dicho dice: el que busca encuentra —añadí—. Si se mete conmigo, no me quedaré callada.
La expresión de alivio de Artie se esfumó y fue remplazada por una de preocupación. Iba a decir algo, tal vez a tratar de que yo cambiara de idea, pero, en un intento de hacerla hablar, me apresuré a agregar:
—Porque, en definitiva, él tampoco puede hacerme algo realmente... grave, ¿no? —Alcé los hombros con indiferencia—. Puede destruir mi vida social, pero a mí me basta con que tú, Dash y Kiana me hablen. No tengo pensado ser la presidenta estudiantil o algo así. Así que eso no me afecta.
Detecté de nuevo esa rara inquietud en Artie, que volvía a morderse el labio inferior.
—Supongo —murmuró al desviar la mirada.
Sonreí amplio.
—Pues entonces estoy a salvo —aseguré.