¿O será que lo contrario de la presencia no es la ausencia, sino la desaparición? ¿Será porque la presencia prevalece mientras dura la vida, en tanto que tras la muerte de un ser no es la ausencia, estado estático, lo que nos embarga, sino la desaparición, permanentemente renovada? ¿Será eso lo que nos desgarra y agrede, no un estado, sino una acción que se repite hasta el infinito?