Antes de acostarme, mamá entró en mi pieza y me preguntó si tenía hambre. No, dije en un tono neutro, no tengo hambre. Ella hizo una pausa, se llevó una mano a la cintura y dijo que no soportaba pensar que Antonio estaba allá, en el cementerio, lejos de nosotros. Tuve ganas de decirle que él siempre había estado lejos de nosotros, pero hubiese comenzado una discusión, una pelea que la habría herido