Kierkegaard escribe, por cierto, que «quien defiende el cristianismo nunca ha creído en él», y tal afirmación, dejada por sí sola, podría desmentir lo anterior. Podría dar la impresión de estar basada en una contraposición entre fe y razón, de modo que si se cree no se argumenta. Pero basta leer una línea más para ver a Kierkegaard afirmando que «si se cree, el entusiasmo de la fe no lleva a una defensa, sino a un ataque»386. Queda pues claro que no es el proceder argumentativo el que queda descartado por la fe, sino el proceder puramente defensivo