El arte de caminar

Tenemos tanta prisa por hacer cosas, por escribir, por estar reuniendo cosas, por hacer audible nuestra voz en el burlón silencio de la eternidad, que olvidamos esa cosa de las que aquellas no son sino partes: a saber, nos olvidamos de vivir.

Ahora bien, yo nunca discuto conmigo mismo y doy por sentadas todas mis conclusiones hasta que me resulta necesario defenderlas contra alguna objeción.

Me gusta estar o enteramente solo o enteramente a disposición de otros;

denme una tregua con la impertinencia;

; para dejarnos atrás a nosotros mismos, mucho más que para librarnos de otros.

Una de las cosas más placenteras del mundo es irse de paseo, pero a mí me gusta ir solo. Sé disfrutar de la compañía en una habitación, pero al aire libre me basta la naturaleza.

, ser todo y estar por doquier en simpatía,

pues admite de inicio la incompatibilidad que existe entre caminar y charlar,

pero a cielo abierto prefiere la soledad que le permite dialogar con la naturaleza a la intemperie.

“denme el claro cielo azul sobre la cabeza y el prado verde bajo los pies, un camino sinuoso y una caminata de tres horas antes de cenar… ¡y luego a pensar”