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Carlos Busqued

Bajo este sol tremendo

Cetarti está hundido en la nada. Sin trabajo ni propósito, pasa sus días encerrado viendo la televisión y fumando porros hasta que un desconocido le informa de que su madre y su hermano han sido asesinados a escopetazos. Viaja a Lapachito, el derruido pueblo donde vivía su madre, para hacerse cargo de los cadáveres. Allí, conoce a Duarte, antiguo militar, albacea y amigo del asesino de su madre, y a Danielito. El derrotero de Cetarti incluirá las chapuzas ilegales para cobrar un seguro y la nebulosa complicidad en los oscuros negocios de Duarte. Es una novela poderosa, sin reflexiones psicológicas ni demasiados datos concretos del porqué de la anestesia emocional de sus protagonistas, que recuerda el territorio de algunas películas de los hermanos Coen. Está construida desde el relato de las acciones de estos outsiders casi absolutos, sin guiños generacionales ni discursos éticos o políticos sobre la tortura, el crimen, la culpa, el vacío existencial o la his-toria reciente del país. Y, sin embargo, estos temas asoman en la trama, golpeando la narración como chocan los insectos contra el parabrisas de los coches que conducen Cetarti, Duarte y Danielito en sus viajes a la nada.
129 печатни страници
Оригинална публикация
2008
Година на публикуване
2008
Издател
Editorial Anagrama

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Цитати

  • pez-koiцитирапреди 2 години
    Recordó lo que le habían dicho en la veterinaria: los ajolotes soportan ayunos de hasta una semana. ¿Cuándo había comido por última vez? Como mínimo, hacía cuatro días. Se lo imaginó en ese momento, posado en el fondo de la pecera, en la oscuridad de la casa cerrada, preguntándose a su tosca manera en qué momento una sombra borrosa vendría a echar alimento sobre la superficie del agua. Percibiendo el vacío y la lenta levedad del cuerpo, crecientes con el correr de los días.
  • Ana Negriцитирапреди 4 години
    Era más como la filmación de algo que está quieto, tan quieto que parece una foto, hasta que algo en el cuadro cambia de posición: la hoja de una planta movida por la brisa, una mosca que se cruza frente a la cámara.
  • Rafael Ramosцитирапреди 4 години
    Recordó lo que le habían dicho en la veterinaria: los ajolotes soportan ayunos de hasta una semana. ¿Cuándo había comido por última vez? Como mínimo, hacía cuatro días. Se lo imaginó en ese momento, posado en el fondo de la pecera, en la oscuridad de la casa cerrada, preguntándose a su tosca manera en qué momento una sombra borrosa vendría a echar alimento sobre la superficie del agua. Percibiendo el vacío y la lenta levedad del cuerpo, crecientes con el correr de los días

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