Agujeros blancos

creo que siempre deberíamos dirigirnos con un «tú» al universo, para comprenderlo y para comprendernos a nosotros mismos, el «tú» que reconoce nuestra identidad con las cosas: tú y yo somos de la misma sangre. cada vez que en nuestra alma hay un noviembre húmedo y lluvioso, podemos subir con calma a la nave que nos lleva al mundo.

lo mismo vale para el mundo. estudiar el espacio, el tiempo, los agujeros negros y blancos, es una de nuestras vías para relacionarnos con la realidad. que no es «esa», es «tú». como hacen los poetas líricos cuando hablan con la luna. en el libro de la selva, todos los animales intercambian el grito de reconocimiento recíproco: «tú y yo somos de la misma sangre»

usamos la excusa de querer decirles algo para poder hablar con ellos

al final, el verdadero significado de las palabras, me parece, no es comunicar. es mantener las cosas con nosotros, estar en relación con ellas

la emoción del descubrimiento, las horas pasadas discutiendo y pensando, la ligera alegría de aquel día con hal... todo esto no es solo curiosidad: es un extraño e incierto deseo de acercarse a las cosas. «caminábamos por el solitario prado...»

nosotros, seres de pensamiento y de emociones, somos este tejido que se ha formado a nivel macroscópico entre nosotros y el mundo. no somos solo seres sociales que viven de relaciones con otros seres humanos y organismos bioquímicos que queman energía liberada del sol, en sintonía con el resto de la biosfera: somos también animales dotados de neuronas entrelazadas, gracias a estas correlaciones, con la realidad.

sentimos curiosidad por todo como los gatos, incluso por los agujeros blancos. está en nuestra naturaleza que queramos ir a ver. pero, entonces, llamarla «curiosidad» quizá sea reduccionista. es natural para nosotros ir hacia las cosas, porque las cosas son lo que somos nosotros, son nuestras hermanas.

este tejido de correlaciones entre la inmensa riqueza de nuestra memoria individual y colectiva y la fabulosa riqueza de la estructura de la realidad es en sí misma un producto indirecto del proceso de equilibrarse las cosas en el tiempo.

comprender es identificarse con lo que se comprende, construir un paralelismo entre algo que está en la estructura de nuestras sinapsis y la estructura del objeto de nuestro interés. el conocimiento es correlación entre dos partes de la naturaleza. la comprensión es una comunidad más abstracta, pero más íntima, entre nuestra mente y los fenómenos.

Somos procesos guiados por las mismas estrellas

Siempre cometemos el error de creernos diferentes del mundo que nos rodea, creemos que lo miramos desde fuera. Nos olvidamos de que somos como las demás cosas. Que observamos las cosas siendo como ellas