Día a día los ciudadanos encaran la necesidad de tramitar documentos de diverso tipo para acreditar su identidad, conducir un automóvil o certificar una condición determinada; deben pagar los recibos de servicios públicos o asegurar la inscripción de una firma, un sello o un número en un papel que, de no encontrarse “en regla”, puede obstaculizar su salida del país, el acceso a algún beneficio o servicio o la compra de un inmueble. Pero, ¿qué tanto saben del funcionario que se encuentra detrás de la ventanilla? ¿cuál es el verdadero rostro de ese empleado, muchas veces oculto detrás de pilas de documentos o del cristal de una ventana? ¿qué estudió? ¿dónde trabajó antes? ¿cuál es su situación contractual? ¿cómo fue su proceso de reclutamiento? ¿hasta cuándo estará vinculado a su empleo actual? ¿qué hace en su jornada laboral? ¿qué piensa de su trabajo y de los usuarios de los servicios que tiene a su cargo? o ¿cómo su manera de pensar influye en las labores que desarrolla?
A la luz del estudio de caso de dos entidades municipales adscritas a la Alcaldía de Santiago de Cali, el libro busca contribuir a la comprensión del funcionamiento del estado colombiano a partir de una aproximación etnográfica a las burocracias de rango intermedio que, con las operaciones, procedimientos y rutinas que despliegan en el ejercicio de su trabajo, pero también mediante los valores, principios y creencias que ponen en juego, materializan la presencia del estado en la vida diaria de la gente. Para ello, nos apoyamos en la noción de intimidad burocrática, que posee dos acepciones diferentes, pero compatibles entre sí. Por un lado, basándonos en la idea de “intimidad cultural” de Herzfeld, hacemos referencia a aquellos rumores, comentarios y creencias que se ponen en circulación dentro de un grupo y que son considerados por sus miembros como una fuente de vergüenza externa o como parte de lo íntimo pero que paradójicamente, les proporciona la seguridad de compartir una sociabilidad común y de poseer un recurso simbólico de autoprotección. Esto último se manifestaría en forma de imitación, ironía, rechazo o burla. Y, por otro, la noción de intimidad burocrática también nos recuerda el carácter intimidatorio y de inhibición que tanto los empleados públicos como el resto de la ciudadanía suelen asignar a todo lo que representa lo estatal.