Sé que perder peso no es lo único que me ayudará a sentirme cómoda con mi cuerpo. Desde un punto de vista intelectual, no equiparo delgadez con felicidad. Podría despertarme mañana mismo siendo delgada y seguiría cargando con el mismo equipaje con el que llevo casi treinta años a cuestas. Seguiría soportando el tejido cicatrizal de muchos de esos años siendo una persona gorda en un mundo cruel.