Es el año 1949, los ecos de la guerra están empezando a silenciarse pero aún hay mucho ruido y cosas por hacer. Celia es una mujer sensible, frágil y quijotesca que trabaja en el Ministerio de la postguerra descifrando códigos. Vive en un suburbio de Londres junto a su querida Tía, pero su gran preocupación es el amor, el amor de la amistad, con sus compañeros de trabajo, sus relaciones y sobre todo el amor que siente por su adorado primo Casmilus, con quien se va de vacaciones a visitar a su tío Heber, que es vicario. En un diálogo constante entre los personajes que hablan, discuten, cuentan historias sobre el amor y el odio con momentos de humor salvaje alternado con oleadas de melancolía y que sirven a Celia para reflexionar obsesivamente sobre el dolor inevitable del amor.
Pero es también una novela sobre la reconstrucción, sobre las intrigas, obsesiones y disputas de un mundo destruido, donde las fiestas, los encuentros furtivos, los mensajes secretos o las conversaciones amistosas tienen segundas intenciones, un mundo de espías, aventureros y buscavidas en busca de sacar provecho de las cenizas.
Utilizando la ironía como instrumento fundamental de la narración, Stevie Smith nos adentra en la paradoja del dolor en todos los sentimientos humanos con un lenguaje poético en el que es sin duda su libro más importante, y que ha sabido captar en su extraordinaria traducción Andrés Barba.