Mis congéneres dejan que las cosas fluyan, todo se les resbala, nada les preocupa. Pero yo me cuezo aparte: algo se mete en mi cabeza y, en lugar de encontrarle la gracia, me provoca sufrimiento.
Los de mi linaje son (todos menos yo) de carácter etéreo, suave.
Todos menos yo.
Todos menos yo.
Todos menos yo.
Desde muy chico he tenido que aprender a vivir con esa tonta expresión rondándome la cabeza.