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Ryunosuke Akutagawa

Vida De Un Loco. Tres Relatos

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  • Veroцитирапреди 2 години
    infunde en las últimas páginas una melancolía indecible, ya que sentimos que en la imaginación del autor todo se desmorona, y también los sueños de su arte.
  • Veroцитирапреди 2 години
    He visto, amado y entendido más que otros. En eso al menos experimento cierta satisfacción, a pesar de todo el dolor que he tenido que soportar hasta el momento.
  • Veroцитирапреди 2 години
    El mundo en el que vivo es el de los nervios enfermos, lúcido como el hielo. Esta muerte voluntaria debe darnos paz, si no felicidad. Ahora que estoy listo, la naturaleza me resulta más bella que nunca, por paradójico que parezca.
  • Veroцитирапреди 2 години
    Nosotros, los humanos, por ser animales humanos, tenemos un miedo animal a la muerte. La así llamada vitalidad es sólo otro nombre de la fuerza animal. Yo mismo soy un animal humano. Y parece que esta fuerza animal se ha escurrido gradualmente de mi sistema, a juzgar por el hecho de que tengo tan poco apetito por la comida y las mujeres.
  • Veroцитирапреди 2 години
    Una vez que me decidí por el suicidio (no lo considero un pecado, como los occidentales), busqué la manera menos dolorosa de llevarlo a cabo. Por ende descarté ahorcarme, pegarme un tiro, saltar al vacío y otras modalidades de suicidio por razones estéticas y prácticas. El uso de una droga parecía ser tal vez la manera más satisfactoria. En cuanto al lugar, debía ser mi propia casa, por inconveniente que ello resultara para mis familiares que me sobrevivirían.
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    Al menos en mi caso, el suicidio está causado por un vago sentimiento de angustia, un vago sentimiento de angustia sobre mi propio futuro.
  • Veroцитирапреди 2 години
    La mano que empuñaba la pluma había empezado a temblar. Babeaba. Su cabeza sólo tenía alguna claridad después de una dosis de ocho miligramos de Veronal. Y entonces, sólo por media hora o una hora. En esta semioscuridad día a día vivía. El filo mellado, una espada muy delgada como bastón.
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    Enfermo y exhausto, leyendo las últimas palabras de Radiguet, escuchó una vez más la risa de los dioses… «Los soldados de Dios vienen a apresarme». Desesperadamente trató de luchar contra su superstición y su sentimentalismo. Pero era físicamente incapaz de llevar adelante la batalla. Era cierto, «el demonio del fin de siglo» seguía atormentándolo. Cómo envidiaba a los de la Edad Media con su fe en Dios. Pero creer en un Dios… creer en el amor de un Dios, era imposible. ¡Ni siquiera en el Dios de Cocteau!
  • Veroцитирапреди 2 години
    Uno de sus amigos enloqueció. Siempre había sentido hacia él una afinidad peculiar. Debido al aislamiento… porque conocía el aislamiento oculto tras una máscara de alegría y desenfado.
  • Veroцитирапреди 2 години
    En el crepúsculo caminó por la calle solo, decidido, pacientemente, a esperar su destino, la destrucción que lentamente se acercaba.
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