Romper el hielo

Sonríe, me besa y me mordisquea la mandíbula.

—Me encantan las mujeres que leen.

—Todo lo que leas te lo haré cuando lleguemos a casa.

—¿Estás leyendo porno en público? ¡Qué poca vergüenza!

No lo sé. Pero a mí también me gustarías, aunque tuvieras manos de cangrejo.

—Yo también te quiero —consigo balbucir por fin—. Estoy absolutamente enamorado de ti, Anastasia.

Y esto no es una reacción al trauma ni nada de eso. Estoy enamorada de ti, y eso fue lo que pensé cuando se rompió el hielo. Que llevo mucho tiempo sabiéndolo y que aún no te lo había dicho. Que me iba a morir sin que lo supieras, y estaba furiosa conmigo misma. Te quiero y siento mucho no habértelo dicho cuando me di cuenta.

«Vale, eso ha sido sexy».

«No le digas que la quieres mientras te la chupa, puto gilipollas».

«Dios, nuestros hijos van a ser adorables».