El Amor De Una Mujer Generosa

No puedes vivir en este mundo con ese peso a tus espaldas. No serás capaz de seguir con tu vida.

En un principio la noche le pareció muy larga y luego demasiado breve, ya que no había tomado decisión alguna.

. Y ella misma había terminado haciendo exactamente lo que había querido. No se podía decir que hubieran elegido una vida equivocada, que hubieran elegido contra su voluntad o que no hubieran sabido elegir. Únicamente no habían comprendido cómo pasaría el tiempo y cómo les convertiría no en algo más, sino en un poco menos de lo que eran entonces.

Enid estaba acostumbrada y era capaz de entender su problema, el problema de morir y también el problema de haber vivido, que a veces llegaba a eclipsar el primero.

—Por lo que yo sé, se va a casa de su hermana.

—Por lo que tú sabes. Pero tú no sabes casi nada.

Enid creía saber lo que eso significaba, ese resentimiento y ese veneno, aquella energía acumulada para despotricar. La señora Quinn buscaba nerviosamente un enemigo. Las personas enfermas sienten rencor hacia quien está sano, y a veces ocurre entre los maridos y sus esposas e incluso entre madres e hijos.

Con los residuos de los campos que la enfangaban y la pálida luz del sol sobre su superficie, el agua parecía un dulce de leche a punto de hervir.

Las uñas de los dedos parecían unas caritas pulcras, con su inteligente mirada de saludo, su sensato renegar de las circunstancias.

momento en que era demasiado tarde y nos dimos cuenta de que los dos nos habíamos limitado a tratar de demostrar que teníamos razón y nos despedimos y fue un alivio. Sí, estoy segura de que por aquella época los dos nos sentimos aliviados y como si hubiéramos conseguido una especie de victoria.

descubrí que tanto morir como vivir eran nociones irrelevantes, igual que las películas preferidas.

Nadie conocía la sensación sobria, victoriosa, que en ocasiones tenía al darse cuenta de hasta qué punto sólo podía contar consigo misma.