El hechizo del verano

Que todo este tiempo estuve aprendiendo a amar la naturaleza de este lugar y los nombres de las cosas, pero ella no me ama ni le importo en absoluto.

Pienso que nadie que me conozca hablando sueco sabrá nunca que en mi lengua puedo ser graciosa o inteligente,

Son curiosos los sentimientos humanos, cómo parecen estar sintonizados con otra época de nuestra evolución en la tierra.

Una vez, en lo más profundo del invierno, apareció con el pelo teñido de rosa. Le hice un halago y me respondió que lo había hecho «de pura tristeza nomás».

Un niño de otoño, de sombras largas y árboles dorados.

Es 30 de mayo, son las nueve de la noche y se pone el sol. Tal vez sea el mejor momento para estar viva en esta ciudad.

Peregrinar es ir a encontrarse con algo del pasado que vuelve a la vida invocado por nuestro acto de caminar.

sensibilidad se funde con la mía y se imprime sobre las cosas que veo, y me siento menos sola.

Gente que se comporta, como dice Marguerite Duras, como si hablar del amor ya formara parte de hacer el amor.

Por esas cosas se quiere a la gente. A mi amiga rusa la sigo queriendo aunque esté irremediablemente equivocada.