Y tú qué miras

Incluso ahora, cuando viene algún amigo a mi apartamento, cuento los minutos hasta que se va para poderme quitar por fin los pantalones. (Ser adulto va de esperar a poderte quitar los pantalones

Todo el dinero que gane o los segundos que añada a mis quince minutos de fama escribiendo este libro no significarán nada en comparación con la paz mental que me reporta ser feliz y estar emocionalmente en paz con mi familia.

No me sometí a cirugía para ser guapa. Lo hice para poder caminar cómodamente con tacones. Quiero poder hacer una voltereta. Quiero no sentir dolor cada vez que subo un tramo de escaleras. Quiero dejar de preocuparme por perder los dedos de los pies.

Cuando digo que soy guapa, no lo digo para que alguien aplauda y piense que soy valiente. Ni para que alguien comente lo segura que estoy de mí misma. No lo digo con ego y no lo digo a la defensiva. No lo digo queriendo decir que las personas que se parecen a mí son más guapas que las que se parecen a ti. Lo digo porque lo creo.

Y aunque sabía que yo era más que solo un cuerpo, fuera delgada, esquelética o lo que fuera, no estaba segura de que mis seguidores fueran conscientes de ello. Lo de la fama era nuevo para mí y todavía no sabía cómo no darle a la gente el poder de criticarte y juzgarte. Ni siquiera podía lamentarme de no haberme sometido a cirugía antes, porque, de haberlo hecho, no habría podido interpretar a Precious y probablemente aún seguiría al teléfono succionándome las mejillas para imitar el sonido de una vagina húmeda. (¡Hay TANTAS maneras de fingir el sonido de una vagina húmeda! ¡Luego te hago una lista!).

Por supuesto que tenía haters, gordofóbicos y gilipollas a secas que me llamaban barbaridades y luego afirmaban que solo estaban preocupados por mi salud. (Y una mierda. No, no lo están. A mis padres sí que les preocupa mi salud. Los gordofóbicos solo son unos amargados de mierda y lo saben, así que se ríen de los demás para sentirse mejor con ellos mismos).

Qué pena que saber las cosas no siempre suponga hacerlo bien.

Vivo en una sociedad de personas educadas que normalmente saben que no deben comentar el aspecto de otra persona en su cara. Prefieren hacer sus comentarios en Internet, donde pueden ocultarse tras nombres de usuario y cuentas de Twitter.

Sigues con ese novio tan horrible que tienes porque te sientes como una mierda y él es el único que está de acuerdo contigo. Valida la parte de ti que cree que mereces cosas malas en lugar de buenas. Cuando empieces a creer que mereces que te pasen cosas buenas, lo dejarás, porque ya no te encajará en el puzle. Pero, por ahora, te trata como una mierda porque es lo que tú quieres.

Comentaron que hablaba muy bien inglés. Les di las gracias y les dije que llevaba practicándolo desde que tenía un año. Parecieron impresionadas, pero solo porque no se dieron cuenta de que estaba siendo sarcástica.