Una pintura tiene muchas superficies. Decir que una pintura es como una historia es una declaración pedestre, no del todo falsa, pero poco inspirada, aunque eso no suele impedir que la gente lleve a cabo esa clase de comparaciones odiosas e injustificadas. La pintura que era mi vida era estática, apenas era una historia, se movía, pero no tenía partes móviles, cambiaba pero no presentaba alteraciones. Las formas de la pintura eran elementos únicos en situaciones únicas, yo lo sabía, pero nunca insistí en esta idea fuera de mi lienzo. Las formas eran organismos provistos de volición y del deseo de afirmarse a sí mismos. Pero las formas podían resistir ese impulso, y cada forma poseía un color.