«La madriguera es la caverna; la caverna, el vientre. Sigo bajando entre paredes orgánicas. Son las entrañas de la tierra. Estelas delimitan formaciones de capas mullidas, húmedas, tibias. Desciendo por un laberinto oscuro. El sendero es cada vez más estrecho. Un costado ha desaparecido. Grito. El eco me devuelve el vacío. Giro sobre mi propio eje. Quedo con el precipicio al costado opuesto. Sólo así puedo saber que regreso a la salida. Con las palmas me guío por los surcos mojados de la pared de tierra. De frente al abismo avanzo en ascenso, por centímetros, con un pie, luego el otro, a ciegas. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Un movimiento en falso y caeré de nuevo.»