Rojo y Negro

Caminar al aire libre le resultó una sensación deliciosa, como el paseo en tierra del navegante que ha estado mucho tiempo en el mar. «Vamos, todo va bien –se dijo–, no me falta valor.»

Ya lo había previsto –se decía amargamente–, su amor se eclipsa ante la felicidad de recibir a un rey en su casa. Todo este barullo la deslumbra. Me volverá a querer cuando las ideas de su casta dejen de embarullarle los sesos.»

Lo malo del imperio de la opinión, que, por lo demás, trae consigo la libertad, es que se mete en camisa de once varas; por ejemplo, en la vida privada

To the happy few

pues esos buenos miembros de la Con­gregación de Besançon le sacan dinero a todo; si sabes arreglártelas, te venderán mis restos mortales…

A lo mejor seguimos teniendo sensaciones después de la muerte –le decía un día a Fouqué–.

Vamos a ser felices los pocos días de esta corta vida

sería muy desgraciado si cometiese alguna cobardía

Las lágrimas que correrán con su conversión anularán el efecto corrosivo de diez ediciones de las obras impías de Voltaire.

–Y ¿qué me quedará si me desprecio a mí mismo

Puede ser usted de enorme utilidad para la religión