Madame Bovary

Le parecía que ciertos lugares de la tierra debían de favorecer la felicidad, como una planta propia de un suelo determinado que no prospera en cualquier parte.

Porque aquel cariño crecía día a día gracias a la repulsión por el marido.

Entonces, los apetitos de la carne, las ansias de dinero y las melancolías de la pasión, todo se confundió en un mismo sufrimiento; — y, en vez de apartar su pensamiento, más se aferraba a él,

mma, por su parte, nunca se hizo preguntas para saber si lo amaba. Creía que el amor debía llegar de repente, con grandes resplandores y fulguraciones — huracán de los cielos que cae sobre la vida, la trastorna, arranca las voluntades como hojas y arrastra hacia el abismo el corazón entero

mil servilismos que lo alejaron de ella todavía más. Alegre al principio, expansiva y muy amorosa, al envejecer se había vuelto (como el vino aireado que se vuelve vinagre) de carácter difícil, gruñona, nerviosa.

amor de la lum‍­bre

esos libros de que habla muestran la existencia rodeada de belleza, pero luego, cuando se llega a la realidad, se topa con el desencanto.

¿No es llegado el momento de proclamar que los ciegos verán, los sordos oirán y los cojos andarán? Lo que el fanatismo de antaño prometía a sus elegidos ¡la ciencia lo pone hoy al alcance de todos los hombres!

Pero ¿quién la hacía tan desgraciada? ¿Dónde estaba la catástrofe extraordinaria que la había trastornado? Y alzó la cabeza, mirando en torno suyo, como para buscar la causa de lo que la hacía sufrir.

Tengo un amante! ¡Un amante!», deleitándose en esta idea como si le hubiera sobrevenido una segunda pubertad. Así pues, por fin iba a conocer aquellas alegrías del amor, aquella fiebre de felicidad cuya esperanza había perdido.