En la hierba alta

Deben de estar encantados con este viejo prado. Y deben de temerlo. Y adorarlo.

De cerca, saltaba a la vista que la roca no era originaria de Kansas. Tenía la superficie negra y reluciente de la piedra volcánica. La luz de la Luna le confería una pátina iridiscente a sus superficies angulosas, provocando reflejos en tonos de jade y perla.

Los hombres y las mujeres de palitos bailaban cogidos de la mano, entre ondas de hierba. Cal no habría sabido decir si las imágenes estaban talladas en la piedra o pintadas.

Aquí dentro es más fácil encontrar las cosas cuando están muertas.

Porque tú no vas a permitirlo, ¿verdad? Te dedicas a separar a las personas que se quieren, ¿no? Nos harás dar vueltas y más vueltas en círculos, llamándonos el uno al otro, hasta que nos volvamos locos.

Toda carne es hierba

No tiene por qué ser así —dijo una vocecilla clara.

Becky pensó: El niño también se reía.

Todo se habrá movido, Cal, viejo amigo. La hierba fluye y tú también estás fluyendo. Considéralo una forma de hacerte con la naturaleza, hermano.

Cal echó a correr en aquella dirección, convencido de que encontraría un claro de hierba pisoteada donde el tal Tobin y su madre estarían sufriendo el ataque de un demente con cuchillo salido de una película de Quentin Tarantino.

todos los coches salvo uno tuvieran aspecto de llevar allí días, si no semanas, era extraño, aunque en aquel momento fue algo que no captaron. Caerían más adelante.