Julie no nació por sorpresa; es más, estuvimos buscándola durante seis largos años. Como yo había supuesto, mi primer embarazo había sido un auténtico milagro, ahora que echaba la vista atrás estaba segura de que Dios nos había regalado a Andy como único método para volver a juntarnos.
Cuando supimos que era una niña nos pusimos locos de contentos. Nicholas tenía pasión por su hija, pero ella, fiel a su madre, no quería saber nada ni de meterse en el mar ni mucho menos de que la subiesen a una tabla flotante. Mi hija era feliz en mis brazos y yo disfrutaba dedicándole todo mi tiempo.