Tenían que ver con la forma en que ella vivía dentro de aquel país que era su propia piel. Un país que no expedía visados y parecía no tener consulados.
Es cierto que nunca había sido un país particularmente amigable, incluso en los mejores tiempos. Sus fronteras estaban cerradas, aunque el periodo de aislacionismo, más o menos total, solo comenzó después de la catástrofe ocurrida en el Cine Shiraz.