Las cuatro estaciones del amor

No hay que devolver la vida a nuestros amores de infancia. Hay que dejarlos donde están: en la confortable oscuridad de los recuerdos. Allí donde las promesas esbozadas, las caricias imaginadas, olvidadas, la nostalgia de la piel, de los olores, allí donde los sueños perdidos se idealizan y escriben la más bella de las historias.

–¿Qué harías tú si llegara el fin del mundo?

Enterré nuestros años de vida en común en un féretro vacío. No hubo ninguna tumba junto a la que recogerme. Ninguna lápida donde grabar mi pesadumbre.

Pero no tardé en darme cuenta de que a los escritores solo les gusta lo que escriben, y únicamente las mujeres de sus libros;

Pero Victoire corrió al encuentro de un mundo sin mí. Sin mi amor paciente. Sin mi impaciente deseo.

Cuando dos personas se aman de verdad, pueden perderse, y yo no quiero perderte nunca

Al terminar, una vez secas nuestras lágrimas, he comprendido que existía un amor más grande que nosotros. Más grande que yo.

Y que tenía la suerte de formar parte de él.

de todas esas niñas que fuimos, soñadoras, enamoradas, y para las que en algunos casos crecer supuso malograrse.

Nos amábamos entre las palabras y entre líneas, en los silencios y las miradas, en los gestos más sencillos.

Nos amábamos en el preciado placer de encontrarnos a menudo.

Nos amábamos al caminar por el dique al mismo paso, contemplando las mismas cosas bonitas.

Nos amábamos a cada instante, sin tratar de prolongarlo, sin pedir al otro, precisamente, nada más que ese momento de eternidad.

temíamos todo aquello que podía perderse, y las palabras de amor son las más volátiles que existen.