Corre el año 1002. Tras la muerte del padre, la familia Nagrela llega a Córdoba, capital de Al Ándalus y la ciudad más grande del mundo. Allí establecen su negocio de plantas medicinales y remedios de espagírica. Samuel Nagrela, el segundo varón de la familia, cultiva el comercio y, al mismo tiempo, estudia la ciencia de los griegos, la jurisprudencia judía, el derecho musulmán, el Corán, la Biblia, el Tamud, la lengua aramea, la medicina hipocrática y un oficio que habría de cambiarle la vida: el de calígrafo de la lengua árabe.
En el 1013 el ya rabino Samuel inicia su viaje de exilio, tras la guerra civil. Está convencido de que lo guía la Divina Providencia y de que algún día será príncipe de todos los judíos andalusíes. En ese viaje iniciático conocerá a Ilbia, una joven noble recluida en el castillo de Salobreña, con asombrosos conocimientos matemáticos y arquitectónicos, y que habría de convertirse en la mujer de su vida y en la artífice de su sueño: años más tarde, convertido ya en un hombre rico y poderoso, Samuel construirá el nuevo templo de Salomón.