Hacer de las tramas policíacas una conjetura y de sus lógicas narrativas un juego de la imaginación es la rutina que ocupa al señor Carrados y a miss Clack, los personajes centrales de este entramado de historias. Al mejor estilo de un detective con su asistente, un anciano ciego y su enfermera enfrentan la vida como si fuera un misterio por resolver. Conversaciones de vecinos, incidentes familiares, recortes de periódicos y anécdotas inconclusas son los rastros domésticos que terminan por intrincar
el desenlace del género literario cuando se compara con la ironía que guarda el destino humano. Si la novela policíaca se basa en hipótesis resueltas por medio de huellas y certezas, Estación Floresta es la metáfora de cómo vivir en la incertidumbre de
soluciones posibles.