pensé en lo bueno, en lo malo y en lo terrible: en lo viejas que eran las montañas y los volcanes, en lo viejo del agua, los peñascos, las rocas, los valles, las nubes, el cielo y el sol. Pensé en lo anciano que era el canto que salía de las ballenas, un canto del tamaño del universo que incitaba a las piedras a elevar sus propias voces.