Padre

La diferencia entre la envidia y los celos es sutil, pero perceptible si conoces los contornos y sabores de ambos. Celos es querer lo que tiene otra persona, por ejemplo, querer el coche o la casa que tiene un vecino. (O querer ser el hombre que tiene el corazón de tu novia y no el blanco, rico e idiota que tiene un cajón lleno de gemelos para camisas).

Me alegró ver que Sterling también se enderezó, como si le molestara que yo midiera unos centímetros más. (Me refiero a altura. Aunque una parte muy horrible y grosera de mí estaba ridículamente contenta de saber que la mía era la más grande que había visto Poppy).

Debería haber parado, darle unos segundos para acostumbrarse, pero estaba tan atormentado por todas las dudas y temores que el único modo de acallar mis pensamientos eran las embestidas desaforadas de mis caderas, sus dedos clavándose en mi espada, su calor en toda mi polla.
—Tyler —gimió.
—Corderito —dije, arrodillándome y aferrándome a sus caderas.
—Voy a tener otro orgasmo.
—Muy bien, bebé. —Yo también estaba a punto de correrme, sentía una punzada en la pelvis, mientras jugaba con su clítoris—. Eres una niña muy buena. Muéstrame cuánto te gusta.
Sus ojos se clavaron en los míos.
—Fóllame como si quisieras que fuera tuya.
Sus palabras dieron en el clavo, directamente a mi corazón, y cerré los ojos. Era muy fácil follármela así, porque quería que fuese mía… para siempre. Solo hacía seis semanas que nos conocíamos, pero la quería para toda la vida.
Me volvía loco.