—Preferiría tener —me dijo Miss Langman— dos tenedores realmente buenos, a tener una docena que sólo fuesen sencillamente buenos. Por eso hay tan pocos muebles en estas habitaciones. Sólo puedo vivir con lo mejor, pero no puedo pagarlo en las cantidades necesarias. De todas formas, el desorden es algo totalmente ajeno a mi naturaleza.