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Carmen Martín Gaite

Lo raro es vivir

  • (esc) rito de iniciaciónцитирапреди 3 години
    que se te muera la madre es siempre algo tremendo, ellas te han llevado nueve meses dentro de su cuerpo, lo mires por donde lo mires, y eso no se puede borrar de un plumazo. Se van y te dejan mutilada, a partir de ahí es cuando empiezas a envejecer.
  • (esc) rito de iniciaciónцитирапреди 3 години
    Me das envidia –dijo–. Yo con mis padres siempre me he llevado fatal. ¿Cuántos años tiene tu madre?

    –Dos meses y algún día. Son los que lleva muerta.
  • sachiko gmцитираонзи ден
    El serpenteo lento y solemne de la cola de Gerundio al oír aquellas palabras me sobrecogió. No me atrevía a mirarle a los ojos. Pero la sospecha fulminante de que ya pudiera saberlo todo no me impedía seguir. Añadía, por el contrario, emoción a mi relato
  • sachiko gmцитираонзи ден
    Dibujar mapas se me da bien, me produce un placer especial, la historia no puede entenderse sin la geografía, me alegré de haber traído a la bandejita algunos lápices de colores; en torno a las costas, el azul del mar se intensifica a modo de nimbo.
  • sachiko gmцитирапреди 7 дни
    Abrí el cuaderno y me senté. Primero, como preludio, una mención a Túpac Amaru. Durante un rato me mantuve inmóvil, respirando acompasadamente, con los codos sobre la mesa, la frente apoyada en las manos y los ojos cerrados, como si estuviera en oración. No sentía ni gota de sueño pero sí ese aleteo de irrealidad que precede a las sorpresas, de vez en cuando entreabría los párpados, y la luz del flexo resbalando por el lomo aterciopelado de Gerundio parecía enviar en lenguaje cifrado ciertos avisos que encontraban eco en su dulce ronroneo más humano que felino. Hasta que me di cuenta de que era con él con quien necesitaba hablar antes de ponerme a escribir nada, que se había subido allí para escucharme y que si le contaba la historia de Túpac Amaru como a un gato de cuento de hadas, no sólo la entendería sino que tal vez me ayudase a entenderla mejor a mí con la aportación de algún dato secreto.
  • sachiko gmцитирапреди 7 дни
    maullando y frotándose contra mis piernas. Le puse un cuenco de leche, se la bebió relamiéndose los bigotes y luego de un salto se encaramó a la mesa y se acomodó sobre una Historia del reinado de Carlos III con tal elegancia que no fui capaz de decirle ¡zape! Parecía un tótem. Toda el alma de aquella estancia, poco antes inhóspita, se desperezaba y revivía.
  • sachiko gmцитирапреди 7 дни
    Gerundio, el gato gris atigrado en blanco y canela, me seguía los pasos mau
  • sachiko gmцитирапреди 7 дни
    Cuando empezó a amanecer estaba tan espabilada que había tenido ánimos para recoger la cocina, la parte más fresca de la casa, limpiarla a fondo y habilitarla como despacho provisional. Traje un flexo que sustituyó a la batidora, y arrimé la gran mesa a la ventana. Nunca se me había ocurrido escribir allí, me parecía un milagro verla despejada de chismes culinarios, convertidos en libros y carpetas, haber sido capaz de crear un espacio tan mío sobre la geografía de otro que nunca dejó de rezumar tedio ni de imponérseme como ajeno. Inventarle nuevas posibilidades era como acariciar a un enfermo abandonado y lograr arrancarle una sonrisa.
  • sachiko gmцитирапреди 7 дни
    Cuando empezó a amanecer estaba tan espabilada que había tenido ánimos para recoger la cocina, la parte más fresca de la casa, limpiarla a fondo y habilitarla como despacho provisional. Traje un flexo que sustituyó a la batidora, y arrimé la gran mesa a la ventana. Nunca se me había ocurrido escribir allí, me parecía un milagro verla despejada de chismes culinarios, convertidos en libros y carpetas, haber sido capaz de crear un espacio tan mío sobre la geografía de otro que nunca dejó de rezumar tedio ni de imponérseme como ajeno. Inventarle nuevas posibilidades era como acariciar a un enfermo abandonado y lograr arrancarle una sonrisa.
  • sachiko gmцитирапреди 7 дни
    Cuando empezó a amanecer estaba tan espabilada que había tenido ánimos para recoger la cocina, la parte más fresca de la casa, limpiarla a fondo y habilitarla como despacho provisional. Traje un flexo que sustituyó a la batidora, y arrimé la gran mesa a la ventana. Nunca se me había ocurrido escribir allí, me parecía un milagro verla despejada de chismes culinarios, convertidos en libros y carpetas, haber sido capaz de crear un espacio tan mío sobre la geografía de otro que nunca dejó de rezumar tedio ni de imponérseme como ajeno. Inventarle nuevas posibilidades era como acariciar a un enfermo abandonado y lograr arrancarle una sonrisa.
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