La excelencia de su prosa, la inteligencia que subyace en cada una de sus páginas, el rigor y, al mismo tiempo, la amplitud formal de la escritura, la intensidad de los personajes, lo fascinante y amplio de su mundo narrativo, que se desplaza sin saltos de lo real a lo fantástico o lo absurdo, confirman que Una tristeza decente es un libro notable y su autor, un cuentista excelente. Pero lo que instala a Salvador Marinaro como un escritor con todas las letras es su visión del mundo, expresada en cada uno de los cuentos. Es esa visión, totalizadora, lo que hace que leer Un tristeza decente no solo nos dé placer; también nos movilice y nos cuestione. Como toda obra literaria que vale la pena. (Liliana Heker)