Quito Pérez no supo qué hacer cuando vio aparecer a Clementine Jones. Estaba más guapa que nunca, con sus ojos azules, su cabello rubio y sus carísimas joyas… y completamente fuera de lugar.
Clementine se quedó asombrada al verlo en aquel restaurante. Su piel morena, su mirada de indio navajo y aquella voz tranquila que despertaba en ella recuerdos que la hacían arder de deseo. Ahora comprendía por qué había vuelto a Aztec. Tenía que convencer al sheriff de que ya no era la chica inmadura y caprichosa que lo había abandonado años atrás… Después tendría que volver a conquistar su corazón.