Trono de Cristal 01

Las bibliotecas estaban llenas de ideas, quizá las armas más peligrosas y poderosas de todas.

—¿Qué sentido tiene tener un cerebro si no lo usas para hacer juicios? —¿Qué sentido tiene tener un corazón si no lo usas para ahorrarles a los demás los duros juicios de tu cerebro?

El manejo de la espada es como bailar: hay que seguir ciertos pasos o todo se viene abajo.

Las bibliotecas estaban llenas de ideas, quizá las armas más peligrosas y poderosas de todas.

Que la madera de los bosques de Eyllwe derrote al acero de Adarlan. Que el campeón del rey sea alguien capaz de comprender el sufrimiento de los inocentes.

—El valor del corazón es algo muy infrecuente —dijo con una calma repentina—. Deja que te guíe.

—Supe que ganarías desde el momento en el que te vi —le susurró, y a Celaena se le encogió el corazón al comprender los vínculos que los unían—. Aunque reconozco que no me esperaba todo esto. Y… por muy frívola y retorcida que haya sido toda esta idea de la competición, me alegro de que se haya celebrado, porque de no ser así nunca habrías entrado en mi vida. Por mucho tiempo que viva, jamás dejaré de dar las gracias por eso.

Su rostro reflejaba una fuerza cuya belleza le partía el corazón.

Había saltado al abismo. Ya solo podía rezar para que hubiera una red al fondo.

Se llevó la mano a los labios y se quedó mirando las estrellas, mientras su corazón crecía, crecía, crecía dentro de su pecho.