Tenemos una generación joven de personas negras que han sido educadas por la pedagogía del consumismo hedonista, a las que les preocupa aparentar ser exitosas, tener las prendas correctas, el automóvil correcto, la cantidad precisa de dinero, las joyas necesarias, de manera que no hemos podido comprometernos con un discurso público sobre la autoestima negra que vaya más allá de los lemas de
la década de los sesenta que nos instaban a «amar nuestro color de piel, amar nuestro cabello natural».