Edipo Rey – Antígona

El oráculo le advierte a Edipo de que tendrá que casarse con su madre y dar muerte a su padre. Hace cuánto puede para huir de semejante destino, por lo que huye de Corinto, pero al final, años más tarde, descubre que con su huida no ha hecho más que cumplir los avisos del oráculo. La obra se refiere al descubrimiento de la espantosa verdad y al rapto de dolor que lo lleva entonces a arrancarse los ojos.

Las palabras insolentes y altaneras las pagan con grandes infortunios los espíritus orgullosos, que no aprenden a tener juicio sino cuando llegan las tardías horas de la vejez.

CORIFEO: —¡Ay, qué tarde me parece que ves la justicia!

CORIFEO: —Pero he aquí al rey que llega en persona; trae en sus brazos la evidente señal, si me está permitido expresarme así, no de la desgracia ajena, sino de sus propias culpas.

CORIFEO: —¡Oh, adivino! ¡Tus predicciones se han cumplido sin demora!

Es duro ceder; pero no lo es menos resistir y estrellarse contra la desgracia.

TIRESIAS: —Que la prudencia es la mejor de todas las riquezas.
CREONTE: —También, digo yo que la demencia es el más grande de los males.
TIRESIAS: —Pues ese es precisamente el mal que te aqueja.

Común es a todos los hombres el error; pero cuando se ha cometido una falta, el persistir en el mal en lugar de remediarlo es solo de un hombre desgraciado e insensato.

Pero puesto que tengo a mi padre y a mi madre encerrados en el Hades, ya no me puede nacer otro hermano). Por esta razón, ¡oh, hermano mío!, te he honrado más que a nadie

HEMÓN: —¿Es que quieres hablar tú solo, sin escuchar nunca a nadie?