A este respecto Itziar Ziga nos incita a estafar al orden patriarcal:
Me inspiro en el activista Javier Sáez cuando dice que los osos y los maricas leather encarnan una traición a los machos. Esos señores barbudos, de cuerpo recio y pelo en pecho, que parecen hombres de verdad y no mariquitas de mierda, cuyo destino era someter a las mujeres y que prefieren meterse entre ellos un puño siempre erecto por el orificio prohibido. … Es muy turbador para el heteropatriarcado descubrir que el fontanero, con su mono de trabajo, su pelo en pecho, su barba y su imagen hipertesterónica, puede ser gay. Ahí reside la traición que apunta Javier. Hombres que utilizan las señas identitarias del macho para desviarlas, para encarnar el fantasma más abominable de la interminable lista de pánicos masculinos: ser, en el fondo, maricón. … No hay ninguna identidad más sola y acorralada que la del macho. Ni por un instante me gustaría estar en el pellejo de aquellos que necesitan agredir y humillar a maricas y mujeres constantemente sólo para recordarse a sí mismo que nada femenino (=inferior) habita dentro de ellos. Sólo para confirmar que dententan una hegemonía que, en el fondo, saben falsa. Porque a la larga se hace insoportable el peso del teatro masculino