En “Inventario de recuerdos”, María Elena D′Alessandro Bello realiza un análisis de la literatura escrita desde y sobre Caracas a partir de la propuesta de tres novelistas y cinco novelas: “El exilio del tiempo” (1990), “Vagas desapariciones” (1995) y «Los últimos espectadores del acorazado Potemkin” (1999) de Ana Teresa Torres; “Juegos bajo la luna” (1994) de Carlos Noguera y “El round del olvido” (2002) de Eduardo Liendo. A partir de estas obras, que representan y reimaginan el pasado reciente de Caracas —un pasado del que sus habitantes tienen aún memoria—, la autora extrae un referente común: la ciudad que se transforma y las interacciones culturales que tal cambio genera.
A su juicio, la literatura urbana cumple el cometido de ser el espacio de encuentro entre recuerdo y olvido, entre tradición y progreso, al tiempo que posibilita la reescritura del pasado desde el presente, así como la coexistencia de tiempos y espacios que se reconstruyen en la medida en que se escriben. Dichas obras, al restituir el pasado de la ciudad en la ficción, constituyen el testimonio de un momento específico de la cultura urbana, así como un reconocimiento de que la Caracas del pasado persiste en la palabra que la enuncia y en el relato que la convoca.