Los antepasados de las plantas aparecieron en el fondo de los mares primigenios hace 3.000 millones de años, donde evolucionaron antes de conquistar 500 millones atrás la tierra firme. Las primeras flores se remontan a tan solo 120 millones. Cuando aparecieron los sapiens, hacía una inmensidad que un manto verde cubría el planeta. Desde una perspectiva geológica, somos unos recién llegados al escenario de la vida. De los 4.600 millones de antigüedad que tiene la Tierra, los humanos llevamos tan solo 200.000 años paseándonos por su superficie, 5 millones todo lo más si nos remontamos a los australopitecos. Pese a nuestra arrogancia antropocéntrica, las plantas han pasado la mayor parte de su historia solas, sin tener que hacer frente al incordio de nuestra presencia. Especular con la posibilidad de que lleven riéndose de nuestras andanzas y desventuras desde la noche de los tiempos, nos lleva también a pensar que no somos quienes creemos ser.