Antes era demasiado «joven» para ser yo mismo, ahora era muy «viejo». Lo único que me resultaba imposible era tener, justamente, mi edad. A la inversa, podía arreglar las cosas diciéndome que yo era totalmente normal o, al menos, que estaba dentro de los límites de lo normal, ya que en la universidad había muchos otros estudiantes que se me parecían.