El confinado

No nos fijamos mucho en aquello que creemos garantizado, no comprobamos continuamente que siga donde lo dejamos la última vez. Sin embargo, esas son las cosas cuya ausencia se acentúa más, y en las que no podemos dejar de pensar una vez que han desaparecido.

También he leído que los niños que nazcan durante la cuarentena serán una generación especial. Los coronials, los llaman. Supervivientes de la pandemia de 2020. Bonita manera de llegar al mundo.

En general me parece que la gente hace demasiadas cosas. Se lanza a llenar su tiempo libre con una determinación que me parece exagerada. Maratones, yoga, pintar jarrones. Escalada en interior, cupcakes, huertos urbanos. Una carrera acelerada por llenar el vacío y por ir tachando elementos de una interminable lista vital.

Yo nunca he tenido la paciencia suficiente para persistir en un hobby.

Llegué a su vida en un momento en que los típicos hombres perfectos, seguros de sí mismos y arrolladores eran precisamente los que menos le podían gustar. Necesitaba un refugio, unos brazos quizá fofos y más peludos de lo normal pero muy cálidos, un pecho blandito en el que dejar caer la cabeza sin miedo a darse con algún músculo.

me entero de que comienza a surgir en las redes un movimiento positivo hacia el aislamiento voluntario. Rutinas para hacer en casa, a solas o con niños, series que ver. Para detener el virus, lo mejor es ponernos con todo aquello que siempre hemos dicho que íbamos a hacer, pero para lo que nunca teníamos tiempo. Lecturas, ejercicios, recetas.

Genial. Cuando la pandemia llame a nuestra puerta le podemos ofrecer un banana bread.

Hay que cuidar el planeta, incluso si pronto dejamos de vivir en él

Tengo que separar lo que ocurre en mi cabeza de lo que verdaderamente está pasando

la cisterna cargando y las tuberías tragándose los restos fecales de los ocupantes

sino si se va a dejar llevar por el pánico al ver estantes de papel higiénico vacíos en las noticias o si podemos contar con ella para que nos saque adelante en caso de que no podamos hacerlo por nosotros mismos

y lo que no habían conseguido paralizar las órdenes y los decretos, lo conseguía la naturaleza.