La distancia de siglos y océanos que hay entre esa yo y la yo que escribe es tanta que he olvidado la continuidad de mi historia con ella. Solo quedan retazos que mi memoria decidió salvar de la limpieza previa a la mudanza, y Amanda es casi todo lo que conservo de esos años porque lo demás era desagradable e inútil, tan inútil que es mejor olvidarlo.