Lo malo es que estos suicidios personifican los valores de nuestra sociedad y determinan nuestro nivel moral: una joven de un pequeño pueblo que prefiere morir ahogada a ceder ante su suegra, que la maltrata; un empresario que se ahorca para escapar de sus deudas; un indio que se sacrifica para alimentar a los cocodrilos y un ministro que toma veneno como muestra de lealtad al emperador.
Deshonramos la integridad del individuo al honrar estas muertes. Hacemos que la muerte parezca algo maravilloso. En mi opinión, las personas que cometen suicidio no son héroes sino víctimas.