que, por culpa del pacto que Joana había hecho y deshecho con el diablo, a ella le faltaba un cuarto de corazón y a Blanca le faltaba la lengua. Que aquella hermana suya amarillenta que se llamaba Esperança había nacido sin hígado. Al heredero le había faltado el agujero del culo. A Esteve, una oreja, a Guilla, el nombre, a Àngela, el dolor, a Martí el Coix, medio palmo de una pierna, y a Bernadeta, las pestañas, y después entendería que a Dolça le faltaba la cola de cabra, a Marta la memoria y a Alexandra, ¡a saber qué le faltaba a Alexandra!, de todo, paciencia, espíritu de sacrificio, sangre en las venas, empuje, respeto…