El espectador deja de ser un ente superior que observa desde una cómoda distancia “un objeto” y pasa a formar parte de un espacio que impone la materialidad de la gran tela. Así, se hace que el espectador entre en un teatro a su medida, en un gran escenario del cual él forma parte, ahora, y donde debe convivir con personajes de su misma estatura o aun mayores a él