En los evangelios no se dedica mucho espacio a María, pero hay varios textos que la mencionan donde encontramos detalles preciosos para crecer en nuestra relación con ella.
En este libro aprovecharemos todos esos textos que nos ayudan a descubrir cómo miraba María, cómo contemplaba todo lo que iba sucediendo con Jesús y cómo nos mira a nosotros.
Recorriendo esas miradas de María, podremos profundizar nuestra amistad con la Madre, y bajo sus ojos experimentaremos amor, sanación, liberación.
Dejémonos estar bajo los ojos de la Madre, y cada vez que lo hagamos sentiremos que ella nos ha consolado, nos ha fortalecido, nos ha hecho sentir su presencia materna que nos ofrece seguridad, alivio y esperanza.
La mirada de quien espera. María «miraba al Señor como mujer creyente y esperanzada. Tenía la mirada de quien sabe esperar, sin ansiedad ni nerviosismos, con la gran firmeza de la fe, que la hacía permanecer de pie en medio de todas las dificultades de la vida».
Una mirada escrutadora. María, «que tenía el corazón abierto y siempre dispuesto para el Señor, también tenía los ojos abiertos para descubrir y reconocer lo que el Señor le pedía en cada momento de su vida».
Una mirada colmada de admiración: María «fue una testigo privilegiada, que siguió paso a paso el desarrollo humano de Jesús, recogiendo todas sus actitudes y palabras. El evangelio cuenta que su padre y su madre estaban admirados (Lc 2, 33).»