Tendría unos quince años cuando una amiga de mi madre me regaló la novela de Emily Brontë Cumbres borrascosas. Recuerdo que la devoré en un fin de semana lluvioso, encerrada en mi habitación. Aquel relato de pasiones violentas, de un amor más fuerte que la muerte, de venganza y de odio, me transportó a otro universo. Me obsesionó por completo. Años más tarde, tras mucho cavilar, me permití escribir La migración de los corazones, una adaptación antillana de la obra maestra de Brontë. Fue el ejemplo de Jean Rhys lo que me animó a ello; en Ancho mar de los Sargazos, la autora canibaliza los personajes de Jane Eyre de Charlotte Brontë, Rochester y Bertha Mason. Resulta curioso, este estrecho lazo entre dos escritoras antillanas y dos inglesas que vivieron en una casa parroquial aislada dos siglos atrás.