Prueba de fuego

Del otro lado, había un hombre aferrado a las rejas con las manos ensangrentadas. Tenía los ojos muy abiertos e inyectados de sangre. Estaba poseído por la locura. Su rostro delgado y quemado por el sol estaba cubierto de llagas y cicatrices. No tenía pelo, solo unas manchas verdosas que parecían moho. Una cortada salvaje le atravesaba la mejilla derecha. A través de la herida, que estaba en carne viva y supuraba, Thomas pudo ver algunos dientes. De la barbilla del hombre escurrían chorros de saliva rosada que se mecían con sus movimientos

Vete a morir con Thomas.
Creo que yo intentaré escabullirme y disfrutaré de vivir con la culpa –lanzó su mirada especial, que significaba que estaba bromeand

–Mami, ¿vas a volverte loca como toda esa gente en la televisión? ¿Como… papi?

Estás acostumbrado a vivir con una banda de chicos –comentó Newt–. No creo que sea muy educado entrar sin golpear al baño de damas. Espera que ella salga.

Y luego se besaron. Algo explotó dentro del pecho de Thomas, haciéndole olvidar la tensión, la confusión y el miedo, borrando el dolor de unos segundos antes. Por un segundo, sintió que ya nada le preocupaba. Que a partir de ese momento, todo estaría bien

Qué nos dieron

Nadie los va a lastimar

¿Entre tú y la tal Teresa hay algo?

El hombre habló primero.

Pero luego lo pensó mejor.