Este libro analiza las formas de sentir y experimentar la muerte en el contexto de la sociedad rioplatense tardo-colonial y post-revolucionaria, así como las transformaciones en las actitudes y sensibilidades religiosas a lo largo de ese período transicional.
¿Qué representaba la muerte para un porteño de fines del siglo XVIII? ¿De qué forma se la percibía y se la experimentaba? ¿Cómo se preparaba el moribundo ante su inminente llegada? ¿Cómo reaccionaban los parientes y amigos del difunto? ¿Cuáles eran los nexos que unían al mundo terrenal con el más allá, a los vivos con los muertos?
De este modo se explora de qué modo la muerte se infiltra en la experiencia cotidiana de los hombres y mujeres del período colonial y cómo la conciencia y la presencia de la muerte –magnificada por la pastoral barroca— condiciona sus comportamientos y su moral. Se acompaña el trayecto del enfermo y del moribundo hasta la tumba y más allá, dando cuenta del universo simbólico y del sistema de creencias dentro del cual se insertan sus actitudes y comportamientos, así como los de la comunidad en su conjunto. La indagación sobre los espacios y los ritos funerarios permite recuperar esa experiencia íntima e individual, pero atendiendo también a los condicionamientos propios de una sociedad profundamente jerárquica y desigual.